Barandillas en Cama: ¿Seguridad o Restricción?

31/03/2023

Las sujeciones físicas, definidas como cualquier dispositivo que limita la libertad de movimiento de un residente y que este no puede retirar fácilmente, son una práctica frecuente y, a la vez, controvertida en la atención a personas mayores, tanto en residencias como en unidades hospitalarias. Este concepto abarca una variedad de herramientas, desde chalecos y cinturones hasta muñequeras y, de manera muy prominente, las barandillas de cama. A menudo, el debate en torno a su uso se centra en la delgada línea entre la seguridad del paciente y la preservación de su autonomía y dignidad.

¿Cuál es la prevalencia de barandillas en la cama?
residentes incluidos: 5.346. La prevalencia fue del 8,4%. Añadiendo el uso de barandillas en la cama, el porcentaje se eleva al 20,8%. El 63,4% de las sujeciones eran barandillas; había restricción de tronco en el 17,7%, restricción de miembros en el 3% y sillas de sujeción en el 15,9%. Sólo se utilizó un dispositivo en el 62,6%.

Históricamente, los profesionales han justificado el empleo de sujeciones con razones que van desde la mejora de la seguridad del paciente y el control de alteraciones de conducta con riesgo, hasta la prevención de la deambulación errática y la facilitación de la administración de medicación. Sin embargo, una mirada más profunda revela que, en muchas ocasiones, la indicación de estas medidas se alinea más con objetivos organizativos de los centros, como el cumplimiento de horarios o la gestión de la escasez de personal, más que con una necesidad clínica imperante del individuo. Esta disparidad entre las razones declaradas y las subyacentes ha alimentado un escepticismo creciente sobre la efectividad real de estos dispositivos.

Índice de Contenido

¿Qué Son las Sujeciones Físicas y Por Qué se Usan?

Las sujeciones físicas son herramientas o mecanismos diseñados para restringir el movimiento de una persona. Aunque su intención primaria es la seguridad, su aplicación es un tema de constante debate ético y clínico. En el contexto de las personas mayores, especialmente aquellas en centros de larga estancia, su uso es particularmente prevalente.

Las razones esgrimidas para su aplicación son variadas y, a menudo, bienintencionadas. Se argumenta que las sujeciones previenen caídas, controlan comportamientos disruptivos o agresivos, facilitan la realización de procedimientos médicos o la administración de tratamientos, y evitan que los pacientes se auto-lesionen o retiren dispositivos médicos esenciales. Por ejemplo, en pacientes con demencia avanzada, una barandilla podría verse como una forma de prevenir que se levanten de la cama y deambulen sin supervisión, reduciendo el riesgo de caídas.

No obstante, la realidad es más compleja. La literatura científica y la experiencia clínica sugieren que, con frecuencia, las decisiones sobre sujeciones están influenciadas por factores organizativos. La falta de personal cualificado, la necesidad de mantener un ambiente ordenado en el centro, o incluso la presión para cumplir con ciertos horarios de atención, pueden llevar a una dependencia excesiva de estas medidas. En lugar de ser la última opción tras agotar todas las alternativas, las sujeciones pueden convertirse en una solución rápida para desafíos complejos que requieren más recursos humanos y estrategias de cuidado individualizadas.

Riesgos y Complicaciones Asociadas al Uso de Sujeciones

Contrariamente a la creencia popular de que las sujeciones aumentan la seguridad, existe una sólida evidencia de que su uso conlleva un número significativo de riesgos y complicaciones, algunas de ellas de extrema gravedad. Estas complicaciones pueden clasificarse en directas e indirectas.

Las lesiones directas son aquellas causadas directamente por el dispositivo de sujeción. Incluyen asfixias, isquemias en los miembros debido a la compresión, lesiones neurológicas como la compresión del plexo braquial, magulladuras, laceraciones y abrasiones cutáneas. El caso de las muertes por atrapamiento entre la barandilla y el colchón de la cama es un ejemplo trágico y específico de lesión directa asociada a este tipo de restricción.

Las complicaciones indirectas, por otro lado, son aquellas que se desarrollan como consecuencia del uso prolongado o inapropiado de las sujeciones. Se ha documentado un aumento en la aparición de úlceras por presión debido a la inmovilidad forzada, un mayor deterioro cognitivo y funcional, un incremento en la frecuencia de incontinencia urinaria y fecal, y, de manera alarmante, un aumento en las tasas de mortalidad. La restricción física puede generar ansiedad, miedo, agitación e incluso depresión en los pacientes, afectando gravemente su bienestar psicológico y emocional. La pérdida de autonomía y el sentimiento de deshumanización son consecuencias intangibles pero profundas que impactan la calidad de vida de las personas mayores.

Es crucial entender que, si bien una barandilla puede parecer un elemento inofensivo, su uso sistemático puede tener efectos devastadores en la salud integral del residente.

Alternativas y Protocolos para un Cuidado Digno

Ante los evidentes riesgos y la cuestionable efectividad de las sujeciones físicas, la comunidad médica y de cuidados ha puesto énfasis en el desarrollo e implementación de alternativas y protocolos estandarizados. La clave radica en un enfoque centrado en la persona, que priorice la dignidad y la autonomía del residente.

Una estrategia fundamental es la formación adecuada del personal de atención directa. Estudios han demostrado que una capacitación intensiva puede lograr una reducción significativa en el uso de sujeciones, sin necesidad de aumentar el número de empleados o el uso de fármacos psicotrópicos, ni de incrementar la incidencia de caídas. Esto subraya la importancia de educar al personal sobre las consecuencias negativas de las sujeciones y las estrategias no farmacológicas para manejar comportamientos desafiantes o prevenir caídas.

La implementación de protocolos específicos es otra medida esencial. Estos documentos deben detallar claramente: el perfil de los residentes susceptibles de sujeción, los criterios explícitos para su indicación (debiendo ser siempre la última opción y con una justificación clínica sólida), las medidas preventivas a aplicar antes de recurrir a la sujeción, los profesionales responsables de la indicación y supervisión de los cuidados asociados a la sujeción, un catálogo de los dispositivos permitidos, el período de aplicación (debiendo ser el más corto posible y sujeto a revisión constante), y los cuidados que deben seguirse mientras la sujeción esté en uso. La revisión periódica y la búsqueda activa de alternativas deben ser componentes intrínsecos de cualquier protocolo.

A pesar de su importancia, la utilización sistemática de estos procedimientos estandarizados no está generalizada. Conocer la prevalencia del uso de sujeciones físicas es el primer paso para mejorar la atención, sirviendo como punto de partida para establecer estándares mínimos de calidad y para evaluar la efectividad de las intervenciones destinadas a reducir su uso.

El Panorama Actual en Madrid: Un Estudio Revelador

La escasez de estudios que aborden la magnitud real del problema de las sujeciones físicas en España ha sido una constante preocupación. Para arrojar luz sobre esta cuestión, se llevó a cabo un estudio descriptivo y transversal en mayo de 2007, incluyendo las 25 residencias públicas de gestión directa del Servicio Regional de Bienestar Social de la Comunidad de Madrid (SRBS).

El estudio analizó una población de 5.346 residentes, con una edad media de 84,9 años, y una clara mayoría de sexo femenino (71%). La distribución de la población por edad y sexo se detalla a continuación:

Tabla 1. Distribución de la población estudiada en función del sexo y la edad

Rango de edad (años) < 65 66-70 71-75 76-80 81-85 86-90 91-95 96-100 > 100 Total
Varones 17 99 251 292 396 295 149 43 11 1.553
Mujeres 8 51 176 493 971 1.043 762 260 29 3.793
Total 25 150 427 785 1.367 1.338 911 303 40 5.346

En cuanto al grado de dependencia para las Actividades de la Vida Diaria (AVD), el 51,1% de los residentes eran autónomos, el 14,7% con dependencia leve, el 7,4% con dependencia moderada, y el 26,8% con dependencia severa. Respecto al deterioro cognitivo, el 52% no presentaba deterioro, mientras que el resto mostraba diversos grados, desde intacto-límite (13%) hasta muy severo (5%).

Los datos para el estudio se obtuvieron de la base de datos informatizada del programa Clasificación Funcional de Residentes (CFR) del SRBS, una adaptación del Resident Assessment Instrument (RAI-NH). Este sistema registra la utilización de sujeciones físicas durante los 7 días previos a la valoración, distinguiendo entre uso ocasional y permanente. Los dispositivos registrados incluyen barandillas completas bilaterales, otros tipos de barandillas, dispositivos de restricción de tronco (cinturones, chalecos), de miembros (muñequeras, tobilleras) y sillas de sujeción. Es importante destacar que la barandilla unilateral, usada para facilitar la movilidad, fue excluida del concepto de sujeción para este estudio.

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Prevalencia Específica de Barandillas en Cama

El estudio arrojó resultados significativos sobre la prevalencia de las sujeciones. Inicialmente, se encontró que el 8,4% de los residentes (449 de 5.346) estaban sometidos a algún tipo de medida de sujeción. Sin embargo, al incluir la utilización de la doble barandilla en la cama como sujeción, el porcentaje se disparó a un alarmante 20,8% (1.111 residentes de 5.346). Este dato resalta la importancia de cómo se define y registra el uso de estos dispositivos.

De todas las sujeciones empleadas, las barandillas de cama representaron la mayoría abrumadora, utilizándose en el 63,4% de los casos (1.073 casos). Otros mecanismos incluyeron la restricción de tronco (17,8%), de miembros (3%) y sillas de sujeción (15,9%). Es relevante señalar que un mismo residente podía tener múltiples sistemas de sujeción; de hecho, en el 62,6% de los casos solo se utilizaba un dispositivo, pero en el 23,4% se asociaban dos sistemas y en el 13,2% hasta tres. La mayoría de las sujeciones (73,4%) se utilizaban a diario.

La Relación entre Sujeciones, Autonomía y Deterioro Cognitivo

Un hallazgo particularmente revelador del estudio fue la distribución de los usuarios sometidos a restricciones en función de su nivel de autonomía para las AVD y el grado de deterioro cognitivo. Los datos demuestran que, contrariamente a lo que se podría esperar, no solo los residentes con alta dependencia o severo deterioro cognitivo son sometidos a sujeciones. Sorprendentemente, 42 residentes (3,8% del total de usuarios con sujeción) que eran autónomos para las AVD y sin ningún grado de deterioro cognitivo utilizaban dispositivos de sujeción, generalmente barandillas a petición propia. Esto sugiere que, en algunos casos, la percepción de seguridad del propio residente o de sus familiares influye en la decisión de usar barandillas, incluso cuando no hay una necesidad clínica objetiva.

Tabla 2. Distribución de los usuarios sometidos a restricciones en función del grado de deterioro cognitivo y la autonomía en las actividades básicas de la vida diaria

Autonomía AVD Nivel de deterioro cognitivo Intacto Intacto límite Ligero Moderado Moderado-severo Severo Muy severo Total general usuarios
Autónomo 42 (3,8%) 20 (1,8%) 10 (0,9%) 8 (0,7%) 5 (0,5%) 8 (0,7%) 0 (0,0%) 93 (8,4%)
Dependencia leve 7 (0,6%) 15 (1,4%) 8 (0,7%) 11 (1,0%) 3 (0,3%) 9 (0,8%) 0 (0,0%) 53 (4,8%)
Dependencia moderada 33 (3,0%) 30 (2,7%) 30 (2,7%) 44 (4,0%) 14 (1,3%) 55 (5,0%) 1 (0,1%) 207 (18,6%)
Dependencia importante 29 (2,6%) 40 (3,6%) 33 (3,0%) 59 (5,3%) 24 (2,2%) 100 (9,0%) 20 (1,8%) 305 (27,5%)
Dependencia severa 30 (2,7%) 26 (2,3%) 27 (2,4%) 64 (5,8%) 24 (2,2%) 91 (8,2%) 191 (17,2%) 453 (40,8%)
Total general usuarios 141 (12,7%) 131 (11,8%) 108 (9,7%) 186 (16,7%) 70 (6,3%) 263 (23,7%) 212 (19,1%) 1.111 (100%)

AVD: actividades de la vida diaria. Porcentajes calculados sobre el total de usuarios con sujeción (1.111).

Analizando la relación entre el patrón cognitivo del usuario y el tipo de sujeción utilizada, se observa que las barandillas son el dispositivo más común en todos los niveles de deterioro cognitivo. Un dato particularmente llamativo es que el 22,4% de los residentes que utilizan barandillas no presentan ningún grado de deterioro cognitivo (niveles intacto e intacto-límite). Esto refuerza la idea de que la decisión de usar barandillas no siempre está ligada directamente a la capacidad cognitiva del individuo, sino que puede responder a otras variables, como la costumbre, la percepción de seguridad o la comodidad del personal.

Tabla 3. Distribución de los usuarios sometidos a restricciones en función del grado de deterioro cognitivo y los sistemas de sujeción utilizados

Nivel de deterioro cognitivo Dos barandillas Dispositivos de sujeción Silla de sujeción Restricción de tronco Restricción de miembros
Intacto 122 (11,0%) 18 (1,6%) 16 (1,4%) 17 (1,5%)
Intacto límite 127 (11,4%) 13 (1,2%) 4 (0,4%) 10 (0,9%)
Ligero 106 (9,5%) 20 (1,8%) 2 (0,2%) 13 (1,2%)
Moderado 184 (16,6%) 30 (2,7%) 6 (0,5%) 37 (3,3%)
Moderado-severo 69 (6,2%) 18 (1,6%) 2 (0,2%) 17 (1,5%)
Severo 257 (23,1%) 93 (8,4%) 7 (0,6%) 78 (7,0%)
Muy severo 208 (18,7%) 108 (9,7%) 14 (1,3%) 97 (8,7%)

La suma de sistemas de sujeción es mayor que el número de usuarios que están sometidos a restricciones porque hay usuarios que utilizan varias. El porcentaje se hace sobre el total de residentes sometidos a sistemas de sujeción (1.111 usuarios).

Preguntas Frecuentes sobre las Barandillas en Cama y Sujeciones

¿Son las barandillas de cama siempre consideradas una sujeción física?

No necesariamente. Una barandilla unilateral, utilizada para facilitar la movilidad o como apoyo para que el residente se levante de la cama, no se considera una sujeción. Sin embargo, el uso de barandillas bilaterales o completas que impiden al residente salir de la cama por sí mismo sí se clasifica como una sujeción física, ya que restringe su libertad de movimiento.

¿Cuáles son las principales razones por las que se utilizan las sujeciones físicas?

Las razones citadas por los profesionales incluyen la mejora de la seguridad del paciente, el control de alteraciones de la conducta con riesgo, la prevención de caídas o deambulación errática, y la facilitación de la administración de medicación. Sin embargo, a menudo influyen también razones organizativas como la escasez de personal o la necesidad de mantener horarios.

¿Qué riesgos o complicaciones tienen las sujeciones físicas?

Las sujeciones pueden causar lesiones directas como asfixias, isquemias en miembros, laceraciones y, específicamente con barandillas, el atrapamiento. A nivel indirecto, pueden provocar úlceras por presión, mayor deterioro cognitivo y funcional, incontinencia y un aumento de la mortalidad. También afectan negativamente el bienestar psicológico del paciente.

¿Existen alternativas al uso de sujeciones?

Sí, existen numerosas alternativas. La formación adecuada del personal en estrategias no farmacológicas para el manejo de la conducta, la implementación de protocolos de cuidado individualizados, la adaptación del entorno físico para prevenir caídas, y la promoción de la movilidad y autonomía del residente son algunas de las más efectivas. La clave es un enfoque proactivo y preventivo.

¿Cómo se mide la prevalencia de sujeciones en residencias de mayores?

La prevalencia se mide generalmente a través de estudios descriptivos y transversales, que recopilan datos sobre el uso de dispositivos de sujeción en un momento dado en una población específica. Se utilizan herramientas estandarizadas de valoración funcional y cognitiva, como el Resident Assessment Instrument (RAI), para asegurar la consistencia y comparabilidad de los datos.

Conclusión

El estudio realizado en la Comunidad de Madrid ofrece una visión clara y preocupante sobre la alta prevalencia de las sujeciones físicas, y en particular de las barandillas de cama, en los centros residenciales para personas mayores. El hecho de que más del 20% de los residentes estén sujetos, y que las barandillas representen la mayoría de estas sujeciones, subraya la necesidad urgente de revisar las prácticas actuales.

Es especialmente llamativo el hallazgo de que incluso residentes autónomos y sin deterioro cognitivo utilizan barandillas, lo que sugiere que la indicación no siempre está basada en una necesidad clínica objetiva, sino en percepciones de seguridad o comodidad. Esta práctica, si bien puede parecer inofensiva o incluso beneficiosa a primera vista, conlleva riesgos significativos y compromete la dignidad y la autonomía de las personas mayores.

Los resultados de este estudio deben servir como un punto de inflexión para todos los profesionales y gestores de centros asistenciales. Es imperativo establecer y aplicar protocolos estandarizados que guíen el uso racional de las sujeciones, priorizando siempre las alternativas no restrictivas. La capacitación continua del personal, la inversión en entornos seguros y adaptados, y un enfoque de cuidado centrado en la persona son pasos esenciales para reducir la dependencia de las sujeciones y garantizar un cuidado de calidad que respete plenamente los derechos y la autonomía de nuestros mayores.

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